Vale, hablemos en serio... o bueno, lo que se pueda en este desmadre llamado Hobo 5, la quinta entrega de esa saga de peleas callejeras que parece sacada de un mal sueño de un guionista de Netflix tras una noche de tacos y cerveza. ¿Qué te puedo decir? Aquí el Hobo (sí, ese tipo que nadie sabe cómo sigue vivo) se mete en una de locos porque unos alienígenas decidieron, sin consultar, crear clónicos suyos para conquistar la Tierra. ¿Serie B? Más bien Serie Z con esteroides.
La gracia es que tú controlas a ese don nadie (pero con puños de acero) mientras revienta marcianos por toda una nave nodriza espacial que parece la basura de un garaje pero con luces led. Te mueves con las flechas, das puñetazos o recoges cosas con la tecla A, y al kicker esos bichos les dan con la S. Nada complicado, pero ojo, porque los movimientos no sólo son golpes de pelea callejera, sino una especie de coreo absurda de combos que dan ganas de intentar en la vida real (aunque sé de buena tinta que acabarías en urgencias, así que mejor no). La verdad, desbloquear esos ataques nuevos es como descubrir que tu abuela tiene más estilo en pelea que tú.
Al principio pensé que sería otro juego más del montón, pero resulta que la mezcla de acción loca con humor tan burdo que roza lo ofensivo (ojo al dato, no es para todo público, ni para tu abuela que sólo juega al Candy Crush) le da un toque especial. Además, el tema de pelear contra clones del propio Hobo (¡hola, Matrix meets videojuego cutre!) tiene su antes y su después. En serio, son tantas las situaciones ridículas que llegué a reírme con amigos en línea porque la idea de partirle la cara al mismo tipo que tú controlas era demasiado divertida.
No es Street Fighter ni tampoco el último triple AAA que te hace lagrimear emocionalmente, pero si andas con ganas de una acción rápida, caos desenfrenado y risas tontas, este título sencillo pero entretenido encaja como anillo al dedo. En general, Hobo 5 es básicamente ese juego para cuando quieres despejarte, desestresarte y, sin muchos filtros, pasar un rato. Eso sí, ten la mente abierta o prepárate para momentos que te harán cuestionar seriamente qué estás haciendo con tu vida... y todo eso ¡mientras pateas traseros alienígenas!