¿Listo para poner a prueba esos reflejos que ni tú sabías que tenías? Escape de Tung Tung Sahur es ese juego que te dice “prepárate para correr, saltar y sudar” sin avisarte que también vas a sufrir porque cada salto puede ser tu último. Básicamente, eres un corredor solitario tratando de huir de un desastre loco y sin piedad llamado Tung Tung Sahur. Sí, el nombre no ayuda, pero confía, la locura está en la jugabilidad.
El juego se controla con una mecánica de un solo toque que parece el típico “toca para saltar” pero no te dejes engañar, detrás de esa simplicidad hay un combo mortal de timing y más precisión que lanzar un papel a la papelera en el primer intento sin fallar. Ya sea que estés en PC con las flechas o la barra espaciadora, o en móvil con un simple tap, vas a tener que afinar ese dedo como si hicieras magia, porque las plataformas no esperan y esos agujeros mortales están más cerca de lo que quisieras (spoiler: ¡Casi siempre caes! Yo intenté dominar el salto perfecto y terminé armando un desmadre que ni MasterChef aprobaría).
Lo bestia de este juego es cómo cada nivel te lanza un remix de diseños de plataforma y obstáculos sorpresa que te obligan a aprender rápido o llorar en tu teclado (y sí, tuve un arranque, pero calma, aquí todos hemos estado ahí). Saltar, volar y caer bien sincronizado es la clave para sobrevivir a un entorno que parece diseñado por alguien que odia a la humanidad, pero a la vez es súper adictivo porque cuando por fin logras pasar ese salto imposible es como si te hubieran dado un GG emocional.
Y si pensabas que con saltar bastaba, pues no: el juego cambia la dinámica constantemente y trae nuevos retos que hacen que tu “modo automático” muera rápido. Vamos, que esto no es un paseo por el parque; más bien, es como ese estrés repetitivo de buscar el mando del televisor mientras el reloj avanza y sabes que el partido empieza YA. ¿Podrás mantener la calma? Spoiler: me quedé sin calma varias veces, pero me volvió a enganchar (qué masoquista).
En resumen, Escape de Tung Tung Sahur es para esos que aman desafíos breves, frenéticos y que les gusta patearse hasta la última vena de afinación en sus réflex. ¿Quieres poner a prueba tu habilidad para saltar sin caer en el vacío? Aquí es donde los saltos no solo importan, sino que son tu boleto a seguir jugando o a emociones fuertes y frustración cariñosa. Y vaya que vale la pena.