Si alguna vez soñaste con ser el cerebro detrás de un atraco de película, Bank Robbery: Escape te lleva directo a la acción. Este FPS no se anda con tonterías: tu misión es sacar a tu equipo del calabozo más vigilado del mundo, o al menos eso parece. Entre esquivar balas y policías más pegajosos que un chicle en zapato viejo, tendrás que ponerte las pilas para no quedarte atrapado en un mar de esposas y balas.
El sistema de combate es tan sencillo que hasta tu abuela podría jugar, pero lo suficientemente intenso para hacerte sudar frío. Mueves a tu personaje con WASD, disparas con el clic izquierdo (ojo, que no es para dar likes), y si quieres ser más preciso, apuntas con el clic derecho. Cambiar de arma es tan fácil como subir el volumen con la rueda del ratón; ideal para esos momentos tipo ¿hago un cambio rápido o me improviso una jugada a lo último segundo? Spoiler: casi siempre es mejor improvisar.
¿Y la movilidad? Ahí es donde el juego saca su artillería pesada. Correr manteniendo pulsado Left-Shift es como ponerle turbo a tu día a día (porque, seamos sinceros, ¿quién no quiere correr más rápido cuando lo persiguen?). Saltar con Space te ayuda a esquivar balas y, quién sabe, a dar ese salto épico hacia la libertad. Interactuar con el entorno es un simple golpe de E, para que no pierdas tiempo rebuscando opciones. Eso sí, intentar coordinar todo mientras esquivas balazos es como jugar a un maldito malabarista en círculos flamígeros. ¿Quién habría pensado que escapar de la ley sería tan caótico? Bueno, nadie, pero aquí estamos.
La tensión de contar contra reloj para liberar a tus compinches y largarte antes de que te empapelen es lo que hace que este juego no sea simplemente darle a disparar sin ton ni son. Prepárate para momentos donde sentirás que el teclado podría salir volando o que, simplemente, estás listo para hacer un GG prematuro. Pero oye, si sobreviviste al primer enfrentamiento con los polis, ya eres parte del club.