¿Listo para una aventura donde la física y la habilidad chocan en una danza caótica? En StickManHook, controlas a un héroe pegado a una soga (sí, como en esas películas de acción que tú y yo fingimos entender) y tu misión es simple: usar una serie de puntos de anclaje para balancearte montaña abajo, ciudad arriba o donde sea que te lleve el nivel. Pero ojo, aquí el truco es la inercia no es sólo apretar un botón y listo, es un arte sutil de timing que hace que todo se sienta tan fluido como un gato en la sombra (aunque tu primer intento se parezca más a un pulpo intentando usar un slinky).
Cada nivel viene con su propio conjunto de estos puntos estratégicos que tendrás que dominar para llegar al final piensa en ellos como si fueran esos techos a los que te aferras cuando deberías pensar dos veces antes de saltar a lo loco. Y cuando digo nivel, no es solo pasar la puerta; cada escenario está lleno de retos que pondrán a prueba tu puntería, reflejos y, bueno, paciencia. Te vas a enamorar (o a desesperar) con la sensación de vuelo y caída que el juego captura sin necesidad de todopoderosos trucos gráficos. Una especie de “física para los mortales” que hace que vaya de sensación arcade a casi zen.
¿Y qué ganas con convertirte en un maestro del péndulo? Monedas. Porque claro, el oro nunca falta en las buenas historias y aquí tampoco. Al juntar estas monedas (que a veces parecen esconderse mejor que tu mando cuando tienes que hacer tarea) podrás desbloquear nuevos héroes, cada uno con su estilo y rollo, listo para darle un toque fresco a tu experiencia. Así que sí, el sistema de progresión y desbloqueo le mete un poco de ese “¡necesito más!” que todos conocemos, aunque igual y terminas queriendo simplemente perfeccionar a tu personaje original porque, ¿fidereza?
Con StickManHook, vas a acabar lanzándote, balanceándote y, sí, mordiendo el polvo más veces de las que admitas, pero esa es la salsa del juego. ¡Y claro! Nada como ese momento glorioso cuando logras ese salto épico que parecía imposible. Eso, mi amigo, es pura felicidad gamer. No te preocupes si al principio terminas más enredado que cables de auriculares en bolsillo: después de un par de partidas, serás el rey del balanceo. ¿Listo para volar sin alas? GG y... ¡a enganchar!