Vale, imagínate esto: te adentras en La Cueva de Escape, un lío oscuro, enrevesado y nada amable, desde una cámara que te sigue como si fueras el protagonista de una peli de suspense, o sea, tercera persona. Ya desde el principio, te das cuenta de que esto no es un paseo por el parque. La cueva está llena de trampas dignas del Indiana Jones más pesadillesco, y una saga de puzzles que hacen que uno se rasque la cabeza más de una vez — y justamente ahí está el meollo, usar la cabeza para no acabar como cena de murciélagos.
De verdad, la primera vez que jugué sentí un escalofrío cuando pisé el suelo que crujía de manera sospechosa, y justo cuando pensaba ¡Esto va a estar chupado!, ZAS, una pared se desplomó y casi me quedo atrapado. Pero no todo es sufrimiento; la emoción, la adrenalina que se siente al esquivar trampas o resolver esos enigmas que parecen sacados de un episodio loco de “La Casa de Papel”, engancha muchísimo. Básicamente, es como una montaña rusa mental, con la gracia de que aquí no tienes cinturón de seguridad, o sea, o le das duro o te comes un buen ostión digital.
Al principio pensaba que solo sería un juego más de explorar cuevas, pero ahora creo que este título tiene ese puntito que lo hace especial. Comparado con otros títulos de aventuras, tipo Tomb Raider o incluso los nostálgicos de Myst, La Cueva de Escape te pone a prueba a otro nivel; no solo es “mira qué bonito”, sino que tu cerebro va a sudar — y no poco. Eso sí, puede que alguna vez la falta de pistas claras sea un pelín frustrante, pero eh, ¿qué juego de puzzles no te pone alguna trampa cabrona?
Además, por si te lo preguntas, el juego te deja seguir tu ritmo: puedes hacerte el héroe en solitario o invitar a un colega para darle un toque competitivo, que ya sabes... un poco de buen rollo, o ese pique sano que a todos nos encanta. Por cierto, las mecánicas de interacción con el entorno son tan detalladas que casi puedes oler la humedad de la cueva y sentir el frío metiéndote los huesos. ¿Listo para esto? En serio, prepárate para un combo de inteligencia, reflejos y un poquito de suerte (porque las trampas no tienen piedad).
En resumen, La Cueva de Escape es ese juego que te saca de la comodidad, te pone contra la pared (literalmente) y te demuestra que, a veces, hay que pensar antes de saltar... aunque eso lo aprendí después de perder unas cuantas veces, pero eso ya lo dejamos para otra historia.