¿Quién hubiera pensado que ayudar a un cocodrilo a encontrar su pato perdido podría ser tan... complicado? En Where’s My Duck 3 (o ¿Dónde está mi pato 3?, para los amigos), no te limitas a buscar a la pobre ave, sino que básicamente te conviertes en un ingeniero hidráulico improvisado. La estrella del juego es, sin duda, su mecánica de conducción de líquidos: tienes que guiar agua (y otros fluidos con sus propias reglas) a través de caóticos laberintos y obstáculos que harían sudar al mismísimo fontanero Mario. Es como preparar un cóctel líquido perfecto, pero sin barra ni cócteles, solo mucha, mucha lógica y un poco de paciencia, que te aseguro, sobra cuando el agua no llega a tiempo y tienes que repetir el nivel... otra, y otra vez.
La cosa va más allá del simple “abre aquí, cierra allá”. Cada nivel introduce nuevos juguetes para que no te aburras: botones, palancas, bloques que se mueven y otros artilugios que pondrán a prueba tu habilidad para pensar tres pasos adelante. Manejar estas mecánicas es como jugar al Tetris, pero con un poquito más de dosis de estrés porque, spoiler, cada gota cuenta. Te crees que es simple, pero no, aquí la precisión es el rey y la estrategia tu mejor amiga (o enemiga, según cómo se te den los puzzles).
Ahora, hablando de momentos épicos: la primera vez que tienes que salvar al cocodrilo del calorcillo (porque, obvio, sin agua no hay frescura ni pato feliz) puede ser la causa de un ataque al teclado y maldiciones en silencio. ¡Vamos, agua, por favor! es la frase que grité mientras intentaba no hacer un charco digital en el suelo. ¿Y la estética? Arte hecho a mano que casi te dan ganas de enmarcar, con esos detalles visuales y sonoros que te meten de lleno en este mundo donde la lógica se mezcla con el humor y la ternura de un amigo reptil y su pato desaparecido.
Lo mejor de Where’s My Duck 3 es que no importa si eres un novato en puzzles o un maestro del razonamiento lógico; aquí todos pueden participar y lucirse, o al menos intentarlo sin tirar el dispositivo por la ventana (todavía). En definitiva, si buscas un juego que te haga pensar, reír y, sí, batallar un poco con la física de los líquidos, esta joyita tiene tu nombre. ¿Listo para poner a prueba tu ingenio y salvar a ese pato? GG, amigo, que empiece la diversión.