Vale, empecemos con lo básico: Parkour Obby es esa joyita para los amantes del parkour digital, pero no en plan realote y con costosas zapatillas, sino más bien tirando al estilo Minecraft, con ese toque cuadradito y pixelado que hipnotiza a cualquiera. Sinceramente, me recordó a esa prima que siempre quiere ser la heroína en cualquier juego de plataformas, y créeme, aquí vas a tener que serlo... o al menos intentarlo.
¿Listo para saltar, correr y escalar? Porque esto no es solo dar brincos sin ton ni son, cada nivel está muy bien pensado, desde acantilados que parecen sacados de una postal pixelada hasta paisajes coloridos que te hacen sentir en un sueño geométrico. Eso sí, cuidado, que un mal timing y ¡pam!, te estampas como cuando intentas hacer un TikTok y el filtro no te ayuda nada.
Al principio me pareció un poco más de lo mismo, ya sabes, otro juego donde solo corres y saltas. Pero después de un par de partidas entendí la gracia: la combinación de esos gráficos clásicos con desafíos que realmente requieren precisión y creatividad es adictiva, casi como cuando descubres que puedes poner piña en la pizza y no es un sacrilegio. De verdad, me salvó más de una vez la coordinación entre teclado (WASD para moverte, ojo) y mouse para la cabecita y el salto con barra espaciadora.
Por decir algo, la estética blocky no es solo nostalgia barata. Es justo lo que necesitas para que tu cerebro no explote intentando procesar demasiados detalles y puedas concentrarte en la adrenalina de la secuencia perfecta. Y sí, me llevé unos cuantos sustos – sentí un escalofrío cuando casi pierdo el salto en aquel pináculo pixelado...
Además, tienes la oportunidad de demostrarle a tus colegas (o arruinar amistades, viene siendo lo mismo) quién es el rey o la reina del parkour digital en partidas online o locales. Es como un duelo de miradas antes de salir corriendo al estilo Among Us, pero con más acción y menos traiciones… bueno, casi menos.
En resumen, Parkour Obby es ese juego para desconectar cuando quieres algo parecido a Minecraft pero con más gambeta, más pulso y menos construcción. ¿Que si vale la pena? En general, sí, especialmente si te mola la adrenalina sin complicarte la vida. ¿Quién necesita realismo cuando tienes esta maravilla cuadriculada para volar sin salir de casa? Te lo digo, no es solo un juego, es casi una terapia para dedos inquietos.