¿Cuánto tiempo crees que podrás aguantar en esta loca carretera rodante? En Color Dodge, todo se trata de mantener la calma... y tener un ojo de halcón para que la bola que controlas encaje a la perfección con el siguiente obstáculo que aparece. Fácil, ¿no? Bueno, no tan rápido, porque si te confundes de color, es game over más rápido que cuando olvidas salvar la partida.
El núcleo del juego es simple pero adictivo: deslizarte por el camino y destrozar esas paredes que se cruzan, siempre del mismo color que tu bola. Pero ojo, porque aquí no puedes simplemente ir por la vida como si nada. Los obstáculos vienen en diferentes líneas y colores, y tienes que esquivar las que no te van. ¿Una pared rosa cuando tu bola es azul? Mejor salta o cambia de carril, porque estas paredes no perdonan.
Además, no es solo puro caos sin sentido: si quieres sacar más puntos (y demostrar que no eres un noob), tienes que coleccionar gemas y power-ups repartidos aquí y allá mientras ruedas. Eso sí, intenta hacerlo mientras mantienes la cordura y no terminas chocando por querer ampliar tu botín; créeme, lo probé y acabé con un desastre digno de un tutorial mal grabado.
Los sonidos pegajosos y las pequeñas mecánicas de cada nivel le ponen un plus. Cada etapa trae su propio desafío, así que no te confíes; es como esa canción pegajosa que odias, pero que secretamente disfrutas cantar a todo pulmón. Y, para ser justo, el ritmo del juego pega tanto que no quieres parar de darle al dedo para seguir rodando.
¿Listo para demostrar que puedes sobrevivir a la locura del color y la velocidad? Porque yo intenté, y el primer choque me dejó secuestrado con “otra partida más” durante media hora. Vamos, que si te gusta un buen reto que mezcla coordinación y reflejos, esto es para ti. ¡A rodar se ha dicho! GG