¿Alguna vez has soñado con ser el Steve Jobs de los autos? Pues en Car Dealer Idle por fin puedes dejar de soñar y empezar a vender ruedas de verdad. Aquí tú eres el jefe, el magnate y el manitas al volante de tu propio concesionario. Compra carros, véndelos a lo loco y mira cómo ese contador de billetes sube más rápido que un deportivo en la autopista.
La mecánica principal es simple pero adictiva: gestiona tu inventario de vehículos con la precisión de un cirujano (o al menos inténtalo). Cada coche que compras y vendes no solo te da pasta, sino que también desbloquea cosas guays como nuevos puestos para autos, zonas de reparación y hasta áreas para test drives. La idea es ser el mejor dealer de la ciudad, así que prepárate para hacer upgrades como si no hubiera mañana. Eso incluye mejorar desde las instalaciones hasta ese rinconcito donde los clientes prueban y deciden si quieren hipotecar su alma para llevarse un bólido.
El sistema de gestión te pone en la piel de un verdadero capo, con decisiones que afectan tus ingresos y cómo evoluciona tu negocio. ¿Invertir en más coches o en un taller que deje los autos como nuevos? ¡Tú decides! Y por experiencia propia, intentar hacer malabares con el stock puede ser tan caótico como buscar el mando de la tele en el sofá (spoiler: siempre está en el último lugar que miras). Pero ojo, que no todo es coser y cantar: la necesidad de balancear tus gastos y ganancias hará que sientas que llevas la contabilidad del mundo en tus hombros.
¿Eres de esos que disfrutan viendo números subir mientras haces otras cosas? Pues Car Dealer Idle es tu paraíso. Es el típico juego que puedes dejar corriendo y, cuando vuelves, tu imperio está un peldaño más arriba. Eso sí, la primera vez que desbloqueas el área de test drive te das cuenta de que llevar esos coches a prueba es más thriller que una peli de acción, y ni te cuento cuando piensas que expandir tu sala de exposición será pan comido... hasta que tienes demasiados autos y menos espacio del que te gustaría (¡un clásico!).