¿Preparado para salvar el planeta de la amenaza más cuadrada que hayas visto? En Redball Avengers, no solo luchas contra villanos, sino contra su obsesión loca por convertir el mundo en un cubito de hielo... bueno, más bien en un cuadrado insípido. Tú, con tus héroes redonditos y carismáticos, tienes que pararles los pies, o mejor dicho, las esquinas. Porque sí, aquí se trata de rebotar, rodar y demostrar que ser circular es la verdadera superpotencia.
El núcleo del juego está en su mecánica de plataformas y acción, donde controlas a tus héroes —como AmericaBall, SpiderBall e Ironball— cada uno con movimientos únicos que... bueno, digamos que no vas a volar, pero saltar y rebotar es tu pan de cada día. ¿Quieres sentirte como una mezcla entre una pelota de pinball y un ninja? Estás en el lugar correcto. Además, recolectar estrellas no es solo para presumir; desbloqueas personajes nuevos y potenciadores que te harán menos propenso a terminar aplastado por cualquier cubito enemigo (spoiler: esos cuadrados son más duros de lo que parecen).
El sistema de combate es simple, casi zen: usa el entorno a tu favor, esquiva ataques cuadrados y ataca cuando menos se lo esperen. Cada enfrentamiento es una coreografía de intentos, fails épicos (hello, primera pelea contra el jefe), y algún que otro grito a la pantalla que nos hizo sentir más vivos. Ah, y la física del juego está tan bien calibrada que rebotar es más satisfactorio que encontrar Wi-Fi gratis en una cafetería.
¿Inventario? No, gracias. Aquí la magia pasa en el momento, con un desbloqueo progresivo de personajes que te dan variedad para probar y picarte a ti mismo. Porque cada uno tiene su estilo (y su rollo particular), y está pensado para que no aburras ni un segundo. En resumen, es como tener un equipo de Vengadores en tu bolsillo, pero con más bolas y menos drama.
En definitiva, si alguna vez soñaste con salvar el planeta mientras rebotas y derrotas cuadrados malvados, Redball Avengers es tu próximo guilty pleasure. Eso sí, cuidado con las esquinas... esas son las verdaderas jefas finales.