¿Quién iba a pensar que exprimir granos podría ser tan adictivo? Bienvenido a Pimple Squeeze, ese juego que te hace sentir como el dermatólogo más feliz del barrio sin tener que aguantar el olor a alcohol ni las caras de “ay, qué dolor”. Aquí la mecánica es simple, pero peligrosa para los neuróticos: tocar y apretar esos puntos negros y blancos con la precisión de un cirujano (o al menos intentarlo) para dejar la piel como recién salida de un anuncio de crema. Sí, parece fácil, hasta que aprietas y ¡puf! sale algo que no esperabas... (y ahí te preguntas, ¿de veras esto era un grano?).
El juego te pone en manos de herramientas nada OP, pero que necesitas controlar bien, como las pinzas y las mascarillas. Usarlas sin liarla es casi un arte: si apretás demasiado, la piel se enrojece más que cuando alguien te roba la última galleta. Y si usás las mascarillas, prepárate para tu dosis de sudor frío, porque aplicarlas en el momento justo es clave para no reventar más granos de los que tenías al principio. ¿Quién diría que el cuidado de la piel podría tener más tensión que esquivar un jefe en un roguelike?
Además, el sistema de niveles y desafíos te engancha como la serie que no querés dejar de ver pero que ocupa tanto tiempo que tu jefe empieza a sospechar. Cada etapa te lanza más granos, más complicados y con mejores premios desbloqueables que harán que quieras seguir exprimiendo hasta que tengas la piel más lisa del mundo virtual. ¿Lo mejor? No hay que limpiar ni recoger el desastre que dejas atrás, porque aquí tú controlás la gloriosa limpieza post-apretón. En resumen, si alguna vez pensaste que apretar granos era tu superpoder oculto, Pimple Squeeze es tu momento de brillar... o de hundirte en una montaña de poros sucios.