¿Te has preguntado alguna vez qué pasaría si tus filas de soldados fueran más inteligentes que un GPS sin señal? Pues prepárate para Battle Simulator - Sandbox, donde la estrategia manda y cada movimiento cuenta (o te conviertes en el meme de “fail” de la semana).
En este juego, la clave para la victoria es tan sencilla como intentar armar un mueble de Ikea sin leer las instrucciones: la colocación precisa de tu ejército. Tienes que usar el oro que ganas en cada nivel para reclutar tropas, pero ojo, que no puedes llenar el mapa de guerreros y esperar que todo vaya solo. Hay un límite de oro y número de combatientes, así que afina esa cabecita y distribuye bien la “morralla”, porque la mala planificación te va a cobrar factura.
Ahora, si lo tuyo es querer jugar a ser dios y experimentar sin que nadie te diga “no”, el modo sandbox es tu parque de diversiones. Aquí puedes poner a pelear a tu ejército contra el del enemigo, en el terreno que quieras, sin muchas reglas ni restricciones. ¿Quieres ver si 100 arqueros contra 10 gigantes es un GG? Adelante, valiente. Yo intenté un experimento parecido y acabé con más soldados volando por los aires que ideas en mi cabeza.
Mover la cámara con W-A-S-D o las flechas es más intuitivo que encontrar el café en la mañana, y para rotarla solo tienes que usar los botones del mouse, lo que hace que mirar la carnicería desde todos los ángulos sea tan fácil como stalkear en redes sociales (no juzgo, todos lo hacemos). La combinación de controlar el campo de batalla y organizar tus tropas para conseguir ese “combo mortal” es casi adictiva.
¿Ves esa pantalla antes de la batalla? Ahí empieza la verdadera cuestión: decidir quién va a estar en primera línea, quién se queda de campana y quién será tu tanque humano (bueno, casi). La simulación de batalla en sí es como ver un duelo épico en cámara lenta, pero sin pausas para ir al baño. Ideal para los que aman las sorpresas tácticas y para quienes disfrutan diciendo “Ya te lo dije” cuando sus tropas destrozan al enemigo.