¿Quién diría que manejar una montaña rusa podría ser tan adictivo? En Roller Coaster Rush, te lanzas a toda velocidad por pistas que parecen diseñadas por alguien con un sentido del humor un poco retorcido. El objetivo es sencillo (en teoría): acelerar al máximo sin estamparte, hacer saltos dignos de cine de acción y surfear caídas que harían temblar hasta al más valiente. Suena fácil, ¿verdad? Spoiler: no lo es.
El sistema de control es tan simple como genial. Solo tienes que mantener pulsado el botón izquierdo del ratón o la barra espaciadora para darle caña a la coaster, y soltar para frenar justo en el momento oportuno. Eso sí, dale un toque a ese justo a tiempo, porque un segundo más acelerando y adiós carrito. Es como tratar de sincronizar el último sorbo de café antes de la reunión: un arte en sí mismo. Intenté dominar el timing y terminé pareciendo más un piloto en prácticas que un experto de las montañas rusas.
Pero no todo es apretar y soltar. Cada nivel te pone a prueba con curvas imposibles y pendientes que se sienten como estar en una montaña rusa emocional — excepto que aquí, usualmente ganas (bueno, hasta que te caes y tienes que repetir). El diseño del entorno es tan colorido que, durante un salto, te preguntas si estás jugando o en una versión digital de una película animada. Bonus por esas vibras arcade que te atrapan aún sin necesidad de efectos pirotécnicos.
¿Y la sensación? Es como ese rush de adrenalina justo antes de la caída más loca en las ferias, pero sin la fila ni el riesgo real de perder el almuerzo. Si eres de los que disfrutan apurar el acelerador, controlar el frenado y probar si puedes salir ileso, este juego sabe darte ese subidón, con mecánicas sencillas pero exigentes que retan tus reflejos y paciencia. En resumen: si quieres un rato “rápido”, a toda velocidad y con un toque de locura controlada, dale una vuelta al Roller Coaster Rush. Solo no me culpes cuando termines pegado a la pantalla por horas—¡GG!