Imagina que el océano se ha convertido en la peor fiesta sorpresa de la historia, pero en vez de pastel, te regalan burbujas que atrapan a tus amigos marinos. Sí, así de extraño es Ocean Rescue. Aquí, tú eres Squiddy, un calamar con más onda que un DJ en plena sesión, y tu misión es rescatar a todos esos peces atrapados antes de que la cosa se ponga demasiado burbujeante.
Ahora, agárrate, porque el control es tan simple que hasta tu abuela podría jugarlo (aunque no la recomiendo para que se enfrente al jefe final). Usas el ratón o tu dedo para manejar un cañón—sí, un cañón en la mano de un calamar, ¿quién lo hubiera dicho?—con el que tienes que apuntar y disparar a esas molestísimas burbujas antes de que desaparezcan en la nada. Y vaya que no es tan fácil como parece, porque la puntería requiere la paciencia de un monje zen... o al menos eso intento yo, que terminé disparando más al agua que a las burbujas.
La gracia del juego está en ese delicado balance del desplazamiento y disparo. Mientras nadas, tienes que esquivar obstáculos, calcular bien los tiros y abrir camino en ese laberinto submarino que parece sacado de una película de ciencia ficción. No solo vas a rescatar a tus amigos, sino que en el camino conocerás criaturas que no parecen sacadas de un libro de biología, sino de una pesadilla creativa—y eso tiene su encanto, no lo negaré.
¿Y qué decir del ritmo? A medida que avanzas, las cosas se ponen más intensas, con burbujas que aparecen en un santiamén y enemigos que no piensan darte un respiro. El sistema de dificultad es como esa pizza a la que le ponen demasiado picante: empieza suave, y luego te arrepientes de no tener más agua a mano. Claro, siempre puedes tomártelo con calma, pero ¿dónde estaría la diversión si no? Te reto a que no te frustres un poco cuando fallas ese disparo a último segundo—yo ya rompí mi récord personal de intentos.
En resumen, Ocean Rescue es ese juego que es tan sencillo que parece una tontería, pero con la dosis justa de desafío para que quieras volver a intentarlo una y otra vez. ¿Preparado para salvar el océano y, de paso, practicar tu puntería? Spoiler: vas a necesitar más que suerte, pero al menos es divertido en el intento.